El área de Educación Religiosa del Colegio Gonzalo Jiménez Navas les da la bienvenida a éste espacio de reflexión, de encuentro personal y de acercamiento a Dios que le permitirá fortalecer su crecimiento espiritual.
27 ago 2013
25 ago 2013
METÁFORA DE UNA FLOR
Nació entre recios y fornidos árboles, ásperos cardos y huraños espinos,
pero el entorno escabroso en el que se desarrolló, no impidió que feliz y
alegre creciera la flor... Así comienza la historia que voy a narrarles hoy:
Ella quería sentir el alba al amanecer, aunque las sombras de la espesura donde
le había tocado emerger, le impedían recibir ese placer.
Sus pétalos blancos y hermosos, se iban apagando ante la falta de luz,
sólo su tallo fuerte y robusto, sostenía con fuerza a la frágil flor que
emergía de las sombras cual majestuoso resplandor... ¿Cómo puede mantenerse
fresca y lozana, si no logra ver el Sol? Esto con sorna comentaba, las ramas de
alrededor, a lo que la flor respondía con gran educación…
Me sostengo de ilusión, porque cada día me riega el agua de vuestro
amor. Y los cardos, los espinos, los árboles fornidos, todos se mofaban unidos
ante tal declaración… ¡Qué ingenua, reían! Pero sin sentirse ofendida, así de
benévola se expresaba la flor, consciente de que nadie comprendía que también
ella tenía necesidad de atención: Contra el calor del verano, contra el frío
del invierno, contra el cruel desengaño de aquél ingrato cardo que una espina
le clavó.
Pero a pesar de los daños que la vida le causó, la flor se mantuvo
erguida y nunca se marchitó...
Así fue transcurriendo el tiempo , hasta que un día, alguien por allí pasó, y ante el asombro de ver una exuberante rosa, surgiendo con altivez de aquél hospedo lugar, se quedó prendado de su gallardía, y sin pensarlo dos veces, de un corte la arrancó, llevándosela a su casa donde siempre la guardó... Hoy la flor aún perdura metida en un jarrón, decorando con orgullo una humilde habitación. Aquí termina la historia de una “pequeña flor” que, por su coraje y valentía, siempre se la recordó.
Así fue transcurriendo el tiempo , hasta que un día, alguien por allí pasó, y ante el asombro de ver una exuberante rosa, surgiendo con altivez de aquél hospedo lugar, se quedó prendado de su gallardía, y sin pensarlo dos veces, de un corte la arrancó, llevándosela a su casa donde siempre la guardó... Hoy la flor aún perdura metida en un jarrón, decorando con orgullo una humilde habitación. Aquí termina la historia de una “pequeña flor” que, por su coraje y valentía, siempre se la recordó.
Moraleja:
La vida está llena de hermosos árboles que nos arropan bajo sus ramas, pero
también de arbustos y maleza como el cardo y el espino que en muchas ocasiones
dificultan el camino.
Saber sobrevivir entre unos y otros, resultando victorioso al final del recorrido, es el gran reto que todos deben de asumir. No debemos olvidar que la prudencia a través del don de la palabra, es la senda a seguir para una buena convivencia con el resto de las personas.
Saber sobrevivir entre unos y otros, resultando victorioso al final del recorrido, es el gran reto que todos deben de asumir. No debemos olvidar que la prudencia a través del don de la palabra, es la senda a seguir para una buena convivencia con el resto de las personas.
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Textos Reflexivos
23 ago 2013
20 ago 2013
HAY UNA CUEVA LLENA DE RIQUEZAS, ¿QUIERES ENTRAR?
Cuentan que un
cierto día una mujer que llevaba a su pequeño hijo en sus brazos, escuchó al
pasar por delante de una cueva, una misteriosa voz que le decía: "Entra y
coge todo lo que desees. Pero recuerda que después de que hayas salido la
puerta se cerrará para siempre. Por lo tanto, aprovecha esta oportunidad, pero
no te olvides de lo principal..."
La mujer entró en la cueva y encontró mucho oro y piedras preciosas de todas clases y dejando a su hijo en el suelo empezó a llenar ávidamente su bolso y su delantal con todo cuanto veía. Cuando de repente escuchó nuevamente aquella misma voz que parecía salida de ultratumba y que le dijo: "Se te acaba el tiempo, estate atenta porque cuando menos lo esperes se te dará una señal para que la abandones. Sal de prisa en cuanto la oigas, pero no te olvides que una vez que hayas salido de la cueva no podrás volver a entrar, así es que no te olvides de lo principal...".
La mujer entró en la cueva y encontró mucho oro y piedras preciosas de todas clases y dejando a su hijo en el suelo empezó a llenar ávidamente su bolso y su delantal con todo cuanto veía. Cuando de repente escuchó nuevamente aquella misma voz que parecía salida de ultratumba y que le dijo: "Se te acaba el tiempo, estate atenta porque cuando menos lo esperes se te dará una señal para que la abandones. Sal de prisa en cuanto la oigas, pero no te olvides que una vez que hayas salido de la cueva no podrás volver a entrar, así es que no te olvides de lo principal...".
Al cabo de unos pocos minutos, tal como le había dicho la voz, escuchó un ruido estruendoso que sacudió toda la cueva y con el bolso y el delantal cargados hasta rebosar corrió a toda prisa hacia fuera de la misma y sólo un segundo después la puerta se cerró tras ella.
Fue entonces, cuando se dio cuenta de que con las prisas se había olvidado de su hijo que quedaría encerrado allí dentro para siempre, pues aquella puerta jamás volvería a abrirse. Toda aquella riqueza le desapareció con la misma facilidad con que había llegado a su poder; sin embargo la desesperación de haber perdido a aquel ser al que tanto amaba le duró siempre.
Lo mismo suele
ocurrirnos a nosotros. Nos dejamos seducir por los llamados placeres de la
vida... Acumulamos con avidez las riquezas, el dinero, los llamados bienes
materiales, todo lo que consideramos tesoros en la tierra, en lugar de
preocuparnos de la salvación de nuestra alma que dejamos abandonada en un
rincón como hizo esa mujer con su hijo, y de acumular tesoros para el cielo...
Pero con que facilidad lo dejamos abandonado todo en un rincón como hizo esa
mujer con su hijo... ¡Con que facilidad nos olvidamos de lo principal…!
Vivimos obsesionados buscando la felicidad en esta vida, agotamos el tiempo de nuestra existencia sin pararnos a pensar que no somos eternos, que estamos aquí de paso… y que cuando se "cierre" la puerta de esta vida será para siempre. Y entonces de nada nos van a servir ante Dios nuestros bienes materiales, nuestros logros ni éxitos, ni los cargos, los títulos, ni ningún tipo de lamentación.
17 ago 2013
15 ago 2013
14 ago 2013
10 ago 2013
8 ago 2013
CAMBIAR YO PARA QUE CAMBIE EL MUNDO (Anthony de Mello)
»De joven yo era un
revolucionario y
mi oración consistía en
decir a Dios:
“Señor, dame fuerzas para
cambiar el mundo”«.
»A medida que fui haciéndome
adulto y caí en la
cuenta de que me había
pasado media vida
sin haber logrado cambiar a
una sola alma,
transformé mi oración y
comencé a decir:
“Señor, dame la gracia de
transformar a cuantos
entran en contacto conmigo.
Aunque sólo sea a
mi familia y a mis amigos.
Con eso me
doy por satisfecho”«.
»Ahora, que soy un viejo y
tengo los días contados,
he empezado a comprender lo
estúpido que yo he
sido. Mi única oración es la
siguiente:
“Señor, dame la gracia de
cambiarme a mí mismo”.
»Si yo hubiera orado de este
modo desde el
principio, no habría
malgastado mi vida«.
Anthony de Mello
Anthony de Mello
- ¿Cuál es la gran enseñanza que nos deja la lectura? Justifique su respuesta.
- ¿Por qué es tan importante abrirle el corazón al amor y a la presencia Jesús?
- ¿Qué significado tiene el título: CAMBIAR YO PARA QUE CAMBIE EL MUNDO.
- ¿Por qué es tan importante la oración?
- ¿Qué necesito modificar en mi vida, para ser un(a) joven de fe y convertirme en un verdadero testimonio del amor de Dios?
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Textos Reflexivos
EL ZAPATERO
Jesús entró en la tienda del zapatero y le dijo:
soy tan pobre que no tengo ni siquiera otras sandalias; y como ves están rotas
e inservibles. ¿Podrías tú reparármelas por favor?, no tengo dinero aquí, pero
te puedo dar lo que quieras si me las arreglas.
El zapatero con mucha desconfianza dijo: ¿Me puedes
dar Tú los 100 millones de pesos que necesito para ser feliz? Jesús le dijo: Te
puedo dar 100 millones de pesos. Pero a cambio me debes dar tus piernas... El zapatero dijo: ¿Y de qué me sirven los 100
millones si no tengo piernas? El Señor volvió a decir: Te puedo dar 500 millones
de pesos, si me das tus brazos.
El zapatero respondió: ¿y que puedo yo hacer con 500 millones si no podría ni siquiera comer yo solo? El Señor habló de nuevo y dijo: Te puedo dar 1000 millones si me das tus ojos. El zapatero sólo dijo: ¿Y dime; qué puedo hacer yo con tanto dinero si no podría ver el mundo, ni poder ver a mis padres, hermanos y amigos para compartir con ellos?
El zapatero respondió: ¿y que puedo yo hacer con 500 millones si no podría ni siquiera comer yo solo? El Señor habló de nuevo y dijo: Te puedo dar 1000 millones si me das tus ojos. El zapatero sólo dijo: ¿Y dime; qué puedo hacer yo con tanto dinero si no podría ver el mundo, ni poder ver a mis padres, hermanos y amigos para compartir con ellos?
Jesús sonrió y le dijo: ¡Ay hijo mío, como dices
que eres pobre; si te he ofrecido ya 1600 millones de pesos y no los has cambiado por las partes sanas de tu cuerpo! Eres tan rico y no te has dado cuenta.
Sólo pensemos hoy en todo lo que podemos agradecer
a Dios, y démosle gracias pues es El quien nos ha dado la salud. No pidamos
tanto dinero, pues es mejor tener todo nuestro cuerpo sano a tener todo el
dinero del mundo.
- ¿Cuál es la gran enseñanza que nos deja la lectura? Justifique su respuesta.
- ¿Estarías dispuesto a vender alguna parte de tu cuerpo? ¿por qué lo harías?
- ¿Por qué es tan importante abrirle el corazón al amor y a la presencia de Jesús?
- ¿Por qué cosas le darías hoy gracias a Dios?
- ¿De qué manera Dios se hace presente en tu vida?
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Textos Reflexivos
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